foto LC Vaz
Um introspectivo sinal férreo digno de Clarice
Um introspectivo sinal férreo digno de Clarice
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“La partida del tren”,
Recurso literario y realiadad
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Como se sabe, “la partida” de tren es un momento de acción. El ferrocarril deja de estar detenido, quieto: sus ruedas comienzan a girar sobre los rieles para llevarlo a otro lugar.
Pero la escritora Clarice Lispector (Ucrania, 1925 - Rio de Janeiro, 1977) en su cuento famoso, utiliza esa “partida” como disparador de las actitudes, los recuerdos y las palabras de los personajes.
En primer lugar, Lispector reclama – desde el título de la obra: “La partida del tren” –, la atención del lector.
Enseguida vuelve a mencionarla en el primer párrafo: “Cuando la locomotora se puso en movimiento, se sorprendió un poco…”.
“Fue entonces cuando el tren de pronto dio una sacudida y las ruedas se pusieron en movimiento”. Dice a sus lectores cuarenta y tres líneas después, en la página 2.
Pero debemos seguir leyendo hasta la página 9 para enterarnos que: “Cuando finalmente el tren se puso en movimiento”. En el cuento se vuelve a la realidad exterior y objetiva luego de terminado el relato, sobre el final del texto.
Porque esa “partida del tren” ha sido postergada en la escritura – una y otra vez –, mientras que para los protagonistas del cuento, ella estuvo presente todo el tiempo para ellos, como factor determinante de sus posturas, expresiones, palabras y – sobre todo – pensamientos.
Los pensamientos son más rápidos y se proyectan hacia varias direcciones, mientras que un ferrocarril, en comparación, es lento y se mueve en una sola dirección. No obstante, la presencia de la idea de la “partida del tren”, aunque demore en concretarse, determina los pensamientos, la acción psicológica.
Los protagonistas son, por orden de aparición, Angela Pralini, de 37 años, que puso fin a su tercera relación afectiva, y se evade hacia un establecimiento rural. Deja los siete whiskeys que era capaz de tomar en un rato todos los días por día y se trepa a la esperanza de volver a beber leche natural, de vaca, tibia, recién ordeñada. Sueña con andar a caballo y extraña el perro que deja en la ciudad.
Y María Rita Alvarenga Chagas Souza Melo, 77, que añora un pasado en que era alguien y disfrutaba sus riquezas. Ahora, viuda, deja atrás una hija, profesional y fría que la deposita en el ferrocarril, como un paquete, que será recogido en otra estación, horas más tarde, por un hijo productor rural, una persona simple, que la quiere un poco más.
“Cuando finalmente el tren se puso en movimiento” (penúltima página de este cuento de 10 hojas), ya pasó todo lo que había que decir en este “cuento”.
La magia de Clarice Lispector – renovadora de la narrativa brasileña – utilizó esa “partida” como un recurso literario cuya fuerza nos llevó a viajar en la dimensión del pensamiento algo más que por sobre los rieles.
José María del Rey Morató
Uruguay
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